MEDITACIÓN EN EL TEMPLO DE LA SANACIÓN


Siéntate en una postura cómoda. Siente el aire que entra y sale de tu cuerpo con cada respiración. Siente tu cuerpo sentado cómodamente. Siente la respiración sin intentar cambiarla. Siente qué partes de tu cuerpo están cómodas y cuáles incómodas. Date cuenta si estás realmente despierto o te estás adormeciendo. Observa si tu mente está tranquila o muy agitada con infinidad de pensamientos. Tan sólo observa, presta atención a lo que hay, en tu cuerpo y en tu mente. Ahora presta atención a tu corazón. ¿Lo sientes oprimido? ¿Está abierto y sensible? ¿Se mueve entre la tensión y la apertura? ¿Se siente feliz o cansado? Acepta lo que sientas en tu corazón, acógelo tal como es.


Ahora, cierra los ojos. Imagina que mágicamente te trasladas a un lugar de poder, a un templo sanador, un lugar lleno de amor y sabiduría. Imagina ese lugar, observa los hermosos detalles que te rodean, siente la energía positiva que hay en él, experimenta la sensación de bienestar que te produce estar allí. Emplea el tiempo necesario para imaginarlo y sentir que realmente estás en ese lugar. Siente como estás en ese templo, sentado tranquilamente, meditando en calma. Mientras estás meditando en ese espacio de sabiduría, reflexiona tranquila y profundamente sobre tu propio camino espiritual. Poco a poco, reconoce conscientemente las heridas que necesitan ser sanadas. Respira suavemente y ábrete a lo que sea que surja.



Mientras sigues allí meditando, ves cómo un ser amable y maravilloso se acerca hasta ti. Observa cómo es ese ser de sabiduría y siéntelo junto a ti. Con una sonrisa afectuosa y dulce, se inclina lentamente hasta poner sus suaves manos en algún lugar de tu cuerpo que albergue una de esas profundas heridas que necesitan ser curadas. Permite que toque con su energía amorosa la parte de tu cuerpo en la que se encuentre alguna de tus penas. Deja que te enseñe cómo realizar su toque sanador. Siente cómo te toca, y ahora lleva tu mano a ese lugar herido, a esa zona de dolor, tristeza o dificultad, tocándolo como si fueras tú mismo ese hermoso ser de sabiduría y amor. Sin importar el tiempo que lleve oculto tu dolor, ni las veces que lo hayas rechazado o ignorado, ahora finalmente puedes aceptarlo y abrirte a él para experimentarlo sin reparos ni miedos.


Convierte tu propia atención en la mano de ese maravilloso ser. Lleva tu atención suavemente hasta ese lugar de dolor para tocarlo con cariño. Al tocarlo presta atención a lo que sientes allí. ¿Está duro y con tensión? ¿Es suave o áspero? ¿Sientes calor o frío? ¿Hay inquietud o paz? Siente el toque de tu atención como si fuera el de un ser lleno de amor y energía curativa. ¿Qué sensación percibes en ese lugar herido? ¿Qué temperatura? ¿Qué textura? ¿Qué color percibimos? ¿Qué sentimientos provoca? Abre tu corazón y acoge con cariño lo que sea que sientas. Deja que se manifieste como quiera hacerlo. Después, toca ese lugar con aceptación y amor. Acepta el dolor y ábrete a él. ¿Cuál es el origen de este dolor tanto tiempo reprimido? Contémplalo y siente cómo te cerraste y lo rechazaste, cuánto tiempo lo has evitado esperando que desapareciera, y deseando no sentirlo más. Continúa sentado en calma mientras abres tu corazón a esa herida, sin rechazarla ni ignorarla.

Sigue en este templo, permitiendo que tu atención sanadora recorra cada uno de los puntos de dolor. Descansa tranquilamente en este templo de la sanación todo el tiempo que necesites. Antes de irte de allí, imagina que te despides con agradecimiento haciendo una inclinación. Cuando te vayas del templo, no olvides que ese lugar está dentro de ti mismo, y que puedes visitarlo siempre que quieras.





Comentarios